sábado, 25 de abril de 2009

Los niños guerreros.




Hoy he visto un reportaje sobre los niños boxeadores de Tailandia. Estos niños practican Muai Thai (un arte marcial tradicional de Tailandia, que combina el uso de los codos y patadas para derrotar al adversario) para luchar luego en competiciones locales, en las cuales los padres y otras personas hacen apuestas generosas. El ganador (más bien sus padres) se lleva la mitad de las ganacias mientras el entrenador se lleva la otra. La ley tailandesa sobre combates de menores prohibe la participación de menores de quince años. Pero esta edad puede ser rebajada hasta los trece años y permite a los adolescentes combatir en estas luchas de seis minutos, si los padres muestran su acuerdo. Sin embargo, cómo pasa con muchas leyes, ésta no se cumple, y por los barrios de Bangkok te puedes encontrar con niños de cuatro años peleándose, dándose golpes y patadas en la cabeza por cuatro duros. Los padres ven a sus hijos cómo una inversión de la que pueden sacar beneficio y una oportunidad para salir de la pobreza. Se enorgullecen de ellos y no ven ningún problema que unas niñas de seis años se estén dando golpes en la cabeza sin protección niguna, ni un casco. Sólo unos guantes de boxeo. Tampoco, es de suponer, una niña de seis años va tener mucha fuerza y que sus golpes sean duros. Anda que no, estos niños se crían en la calle, dónde les enseñan cómo dijo una madre: "que la vida es dura y hay que aprender a sobrevivir desde pequeño. Y esto es lo que intento enseñarles a mis hijos."
Algunos de estos niños entrenan cuatro horas diarias todos los días.
¿Chii Cha Noi?, la niña guerrera de siete años, afirma que le gusta más luchar y entrenar que jugar con sus amigas. Su padre es su entrenador y le ha metido está idea en la cabeza, y todos los días después del cole se entrena. Chii Cha Noi, después de un combate está reventada y tarda dos o tres días en recuperarse, pero esto no les importa mucho a sus padres, ya que saben que tiene un talento natural para el boxeo y supone uno de los mayores ingresos de la familia. Cuando vives en la pobreza sólo te importa el dinero, y cuando eres rico, también.
Tampoco les importa mucho a los padres que sus hijos no lleven cascos al luchar y de que reciban numerosas palizas. Los niños son fuertes y acostumbrados a los golpes del entrenamiento. En cambio, los neurocirujanos, no están de acuerdo. El cerebro de los niños aún está en vía de desarrollo y los golpes pueden causar daños cerebrarles, ya que actúan como las bolas metálicas que chocan y transmiten la fuerza unas a otras y dañan el cerebro. Los médicos afirman que es muy díficil luchar contrar la tradición del Muai Thai, ya que es un deporte centenario. Hoy se creado muchas películas sobre el arte marcial. He visto algunas y la verdad es que es un arte, al igual que el ballet, teniendo en cuenta la coreografía de los movimientos. Pero creo que han violado el principio del Muai Thai, Karate, Kung Fu etc. que estos artes marciales sólo se deben utilizar en defensa personal.
Pierden toda su belleza en cuanto ves a dos niños de nueve años luchando por dinero. Además estos niños pierden toda su inocencia, y cómo dice Jon Sistiaga "ya no es la mirada de un niño; falta toda la chispa."

Aquí os dejo un enlace del reportaje si os interesa.

3 comentarios:

  1. Sí, me recuerda a los niños soldados que proliferan, sobre todo, en África.

    Por aquí, tenemos a los niños-toreros

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  2. Ya, es una pena que su infancia sea sustituida por las armas.

    Pero creo que la característica más significativa que los distinguen es que los padres son orgullosos de sus hijos y quieren que luchen, mientras en África, los niños son secuestrados por los "militares."

    Pero, claro, como son inmigrantes y "moricos" nos da igual.

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  3. Creo que te entiendo. Es algo muy parecido a los padres que acompañan a sus hijos a partidos de fútbol o similares en los que insultan al árbitro o gritan a sus hijos como su vida fuera en ello.

    Yo creo que viene de la propia frustración de esos padres que no consiguieron triunfar en ese deporte y proyectan sus fantasías en sus hijos.
    (Qué psicología más barata que me ha salido)

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