domingo, 19 de diciembre de 2010

Después de una noche en vela me encuentro despertando con el gato mordiendo me el pelo y sola.
No sabiendo que hora es, si es de día o de noche. Mis ojos hinchados se adaptan a la luz del día y me acuerdo de todo, dónde estoy, las cosas que tengo que hacer hoy y porque estoy ola, bueno el gato empalagoso me hace compañía y el olor a sus excrementos me vuelven a la realidad. Antes de comenzar con la rutina distorsionada desayuno y leo los posts sinsentido de las redes sociales:
-"Somos lo que hacemos,no lo que decimos"
-"Los muros que construimos alrededor de nosotros nos protegen contra la tristeza, pero también impiden que nos llegue la felicidad"

Y pienso con cierto cinismo, realmente fascinante lo profunda que puede a llegar a ser mi generación.

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